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Desapego material y felicidad


Es común y hasta cierto punto, humano, el guardar objetos pensando en el futuro. Pueden ser cosas tan simples como un tornillo suelto, un pendrive sin uso o incluso una prenda que ya no nos queda, pero a la que le otorgamos la esperanza de que algún día volveremos a usarla. Esta práctica, a primera vista inofensiva, puede convertirse en un acto compulsivo de acumulación que no solo se apropia de nuestro espacio físico, sino que también consume energía mental y emocional.

El dilema reside en que la idea de “llegar a necesitar” se basa en una energía contrapuesta a la confianza y al desapego: el miedo y/o la tacañería. El miedo a carecer, a no tener lo necesario cuando lo necesitemos, o la tacañería que nos impide desprendernos de objetos que podrían tener algún valor en el futuro.

Podría parecer, en un primer análisis, que esta filosofía va en contra de la corriente ecologista. Sin embargo, la acumulación excesiva de objetos también es perjudicial para el medio ambiente, ya que restringe nuestra capacidad para reciclar y promover un ciclo de vida sostenible para los objetos que poseemos.

Haz un experimento mental: ¿Cuántas cosas que has guardado "por si acaso" has recordado que las tienes cuando realmente las necesitaste? Es probable que la respuesta sea pocas o ninguna. Esto se debe a que, en la mayoría de los casos, olvidamos los objetos que guardamos, o cuando finalmente los buscamos, nos resulta difícil encontrarlos en medio de todo lo acumulado.

El objetivo aquí no es promover la eliminación total de las posesiones, sino encontrar un equilibrio que sea personal y adecuado para cada individuo. Esto se logra mediante la reflexión continua y consciente de nuestros hábitos y necesidades.

Pregúntate: si el acto de guardar objetos "por si acaso" te trae paz interior, entonces podría ser la forma correcta de proceder para ti. Pero si este hábito solo genera estrés y desorden, es hora de buscar alternativas más saludables.

Explora el concepto de "Desapego material y felicidad". ¿Realmente necesitamos acumular tantos objetos para ser felices? ¿O acaso estos objetos no generan más limitaciones que satisfacciones?

Hace unos años, cuando me mudé de departamento, una vecina me pidió que le donara las cortinas que planeaba desechar, “por si alguna vez las llegara a necesitar”. Han pasado 14 años desde entonces. En octubre de 2023, mi novio y yo alquilamos una bodega para almacenar algunas pertenencias, y al vaciarla, encontramos en una bolsa las cortinas que llevaban 14 años guardadas, ahora inservibles por la acumulación de suciedad y el desgaste del tiempo. Todo lo que había en esa bodega se había guardado "por si acaso", pero en realidad, nada de ello se utilizó.

Esta acumulación desmedida solo sirvió para alimentar a hormigas, ratas, polillas y cucarachas. Mi vecina, aún a pesar de vivir en medio de tanto caos, intenta aplicar algunos consejos de este libro en su vida. Como bien nos recuerda nuestro querido Kryon, cada alma realiza su aprendizaje desde el mejor lugar que puede hacerlo.

El miedo es una de las energías más limitantes que existen. Si basamos nuestras vidas en el miedo, nos paralizamos y no podemos avanzar. Es vital recordar que, al final del camino, lo único que nos llevaremos con nosotros es nuestra capacidad de amar y ser amados. Por ende, ¿realmente vale la pena acumular tantas cosas materiales que solo nos generarán limitaciones? Es hora de que reflexionemos sobre nuestros hábitos y elijamos el camino que verdaderamente contribuya a nuestra paz y felicidad.

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